El Mito de la Rueda del Tiempo

Desde el amanecer de la existencia humana, hemos contemplado una y otra vez la naturaleza y el significado del tiempo. Medimos su paso, marcamos sus ciclos y buscamos su esencia.
Muchos llegaron a creer que el tiempo era solo lineal — una línea que se extiende del pasado hacia el futuro — pero existen leyendas sobre aquellos que conocían sus verdades más profundas.

En las eras antiguas, la humanidad estaba íntimamente conectada con el universo y con el propio tiempo.
Vivíamos en armonía con el flujo y reflujo de la naturaleza, sintonizados con el pulso de la creación.
De ese vínculo surgieron civilizaciones de gran poder y sutil comprensión,
que mezclaban sabiduría y tecnología de formas que la memoria moderna ha olvidado.

Pero no todos los seres deseaban la armonía. Desde las sombras surgió una orden oculta — oscura, esquiva y subversiva. Se hacían llamar los Kannot. Su arma no eran los ejércitos ni las máquinas, sino la historia.

A través de relatos de miedo, codicia y venganza, tejieron falsas historias, falsas ciencias, falsas artes.
Le dijeron a la humanidad que el tiempo no era más que una cadena entre pasado y futuro, atada por el dolor, el trauma y la división. Sus historias nos enseñaron a ver solo la separación:
nosotros contra ellos, tribu contra tribu, nación contra nación.

Bajo el hechizo de las narrativas de los Kannot, la humanidad se volvió contra sí misma.
Las civilizaciones colapsaron, los templos se desmoronaron y el conocimiento del Eterno Presente fue enterrado bajo las cenizas de la guerra. La hipnosis de los Kannot estaba casi completa.

Sin embargo, algunos resistieron. De entre las ruinas surgieron los Guardianes de Aeonica, custodios de un linaje de conocimiento ininterrumpido desde el primer aliento del universo. Ellos recordaban lo que los demás habían olvidado, que el tiempo no es una sola cosa, sino muchas — capas superpuestas, multidimensionales, tejidas con los misterios del espacio y la música, la materia y el movimiento,
la presencia y los mundos ocultos.

Los Guardianes e Iniciados de Aeonica nunca abandonaron a la humanidad, ni siquiera en su hora más oscura. Construyeron templos ocultos para preservar la sabiduría ancestral y convocar fuerzas que alimentaran el amanecer de un nuevo Eón — un tiempo en que la humanidad despertará de la hipnosis y reconstruirá lo que alguna vez se perdió. A través de un sistema de juegos iniciáticos, las historias de Aeonica conducen al Buscador por un viaje de profunda experiencia.

Para preservar y transmitir este conocimiento, los Guardianes forjaron la Rueda del Tiempo, un sistema vivo con doce radios y cuatro cuadrantes, cada uno un portal hacia la naturaleza más profunda del tiempo. En su centro se alza Aeonica — donde el tiempo se detiene, el eterno ahora, el corazón donde todas las capas convergen. En Ritvales 2025, Aeonica y sus Guardianes despiertan nuevamente esta Rueda como un juego ritual, invitando a los Buscadores a trascender las ilusiones de los Kannot y vislumbrar lo que el TIEMPO realmente es.